El olor a mariscos y el
bullicio del mercado Hidalgo, en el Puerto de Veracruz, o incluso los gritos
que promocionan alguna coctelería no son tan fuertes ni grandes como las ganas
de ganar al comensal, es una batalla por hacer que el público elija el “Vuelve
a la vida” o la “Campechana” de su local.
-Pásele, pásele- grita
Marcos con su voz raspada y seca. –No toques a la doña. Pásele por acá, estos
saben ricos- responde José, de menor estatura pero con la misma intensidad.
Ambos meseros combinan risas y sarcasmos en sus frases.
La intensión es convencer a
los comensales que su restaurante es la mejor opción para degustar un coctel de
mariscos en el mercado.
Lucero, joven universitaria
que llegó de Monterrey a pasar un fin de semana con sus primas, conoce a través
de las conversaciones que mantiene con ellas por las redes sociales de lo
famoso que son los cocteles en estos locales.
“Todo el tiempo, desde que
se enteraron que llegaría a Veracruz, me hablan de este lugar pues saben lo
mucho que me gustan los cocteles, sobre todo el de camarón, por lo que muero de
ganas de probarlos aunque aún no sé en cuál local lo haremos”.
-Por eso, güerita, pásele
por aquí, hasta no se va a querer ir del Puerto- interrumpe Marcos, mientras la
turista regiomontana ve a los ojos de sus anfitrionas para solicitar la
aprobación de estas y dar fin al hambre que llevan.
El local donde trabaja
Marcos es “Coctelería Tampico”, junto al de José, “Mandinga” y otro restaurante
han logrado que el mercado Hidalgo se vuelva un punto típico si de consumir
este platillo frío se trata.
Así como Lucero y sus primas
eligieron a “Tampico”, José se ganó la confianza de otra señora que, con su
nieto se detuvieron a comer en el “Mandinga” en lo que buscan el mandado.
Lo que más disfrutan los
clientes de ambos locales es el sabor, pero admiten que el hecho de lo
económico del lugar también es un factor decisivo en el momento de elegir.
A diferencia de otros
restaurantes en la zona conurbada donde una copa grande vale más de cien pesos,
en estos lugares la “bola”, como también se le conoce, llega a costar hasta 70
pesos con camarón grande.
“Es económico y rico.
Nosotros disfrutamos luego de comprar las cosas que utilizamos durante la
semana”, comenta un comensal mientras decide por dónde iniciar a consumir el cóctel que rebosa en mariscos.
Tanto Marcos como José ríen
cuando la clientela ha disminuido, juegan y se dan golpes entre ellos e incluso
se amenazan mutuamente, advirtiendo que en este fin de semana será su
restaurante quién ganará más clientes.
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