martes, 27 de noviembre de 2012

Cócteles de Veracruz


El olor a mariscos y el bullicio del mercado Hidalgo, en el Puerto de Veracruz, o incluso los gritos que promocionan alguna coctelería no son tan fuertes ni grandes como las ganas de ganar al comensal, es una batalla por hacer que el público elija el “Vuelve a la vida” o la “Campechana” de su local.

-Pásele, pásele- grita Marcos con su voz raspada y seca. –No toques a la doña. Pásele por acá, estos saben ricos- responde José, de menor estatura pero con la misma intensidad. Ambos meseros combinan risas y sarcasmos en sus frases.

La intensión es convencer a los comensales que su restaurante es la mejor opción para degustar un coctel de mariscos en el mercado.
Lucero, joven universitaria que llegó de Monterrey a pasar un fin de semana con sus primas, conoce a través de las conversaciones que mantiene con ellas por las redes sociales de lo famoso que son los cocteles en estos locales.

“Todo el tiempo, desde que se enteraron que llegaría a Veracruz, me hablan de este lugar pues saben lo mucho que me gustan los cocteles, sobre todo el de camarón, por lo que muero de ganas de probarlos aunque aún no sé en cuál local lo haremos”.

-Por eso, güerita, pásele por aquí, hasta no se va a querer ir del Puerto- interrumpe Marcos, mientras la turista regiomontana ve a los ojos de sus anfitrionas para solicitar la aprobación de estas y dar fin al hambre que llevan.

El local donde trabaja Marcos es “Coctelería Tampico”, junto al de José, “Mandinga” y otro restaurante han logrado que el mercado Hidalgo se vuelva un punto típico si de consumir este platillo frío se trata.

Así como Lucero y sus primas eligieron a “Tampico”, José se ganó la confianza de otra señora que, con su nieto se detuvieron a comer en el “Mandinga” en lo que buscan el mandado.
Lo que más disfrutan los clientes de ambos locales es el sabor, pero admiten que el hecho de lo económico del lugar también es un factor decisivo en el momento de elegir.
A diferencia de otros restaurantes en la zona conurbada donde una copa grande vale más de cien pesos, en estos lugares la “bola”, como también se le conoce, llega a costar hasta 70 pesos con camarón grande.

“Es económico y rico. Nosotros disfrutamos luego de comprar las cosas que utilizamos durante la semana”, comenta un comensal mientras decide por dónde iniciar a consumir el cóctel que rebosa en mariscos.
Tanto Marcos como José ríen cuando la clientela ha disminuido, juegan y se dan golpes entre ellos e incluso se amenazan mutuamente, advirtiendo que en este fin de semana será su restaurante quién ganará más clientes. 

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