Cada que un
visitante llega a Boca del Río, una de las visitas obligadas para disfrutar de
la gastronomía y en este caso de las bebidas típicas de la región es el bar
especializado en Toritos, La Chata, que desde 1925, que inició como tienda de
raya cautiva con sus sabores.
En la actualidad se cuenta con 42
años de historia moderna ya con el propietario Lorenzo Montalvo, quien explicó
que a principios del siglo pasado elaboraban licores con fruto del alcohol de
caña.
Esto se les servía a los
trabajadores para olvidar lo cansado de la jornada, sintiéndose como “Toros”,
lo que es una de las leyendas como la que es por lo fuerte del aguardiente que
se siente como una embestida de este animal.
La bebida es conocida como
Torito, el cual por su sabor y grato efecto energético de licor ha logrado
mantenerse en el gusto de los turistas y de los habitantes de la localidad.
El empresario comentó que la base
de un torito es el reposo a la mezcla de la leche con azúcar para que al
batirla se vierta el alcohol de caña y no agrie la leche.
Son distintos los sabores con los
que se prepara la bebida, esto dependiendo de la fruta de temporada, como
mango, piña, naranja, limón, tamarindo, fresas, jobo, nanche y guanábana, así
como productos dulces como el chocolate y cacahuate.
El restaurante se ha mantenido en
los gustos por la tradición familiar que en 1992 se incrementó
considerablemente debido al obsequio de 200 litros de torito de cacahuate
que otorgan durante las fiestas de Santa
Ana, patrona de la ciudad costeña.
Ya ha sido objeto de estudio y
noticia al ser incluido en el libro escrito por Pino Cacucio que sirve a los
habitantes de Italia como guía turística, titulado “Los Polvos de México”.
Además también se presentó en la
obra de Nancy Sayalabski, “La Cocina y bebidas de México” donde se hace
referencia a la tradición que guarda la cantina.
Fue en 1938 cuando Rosa María
Andrade Iglesias, “La Chata” quien comenzó con la tradición.
Este bar se localiza en el centro
de Boca del Río y se identifica por su clásico torito con pintoresca decoración
con un costo del litro de 90 pesos.
Uno de los datos curiosos del
lugar es qué durante seis meses un grupo de cubanos a quienes se le brindó la
hospitalidad eran, nada más y nada menos, del líder revolucionario Ernesto
“Che” Guevara y Fidel Castro.
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