Al entrar se siente el
ambiente cálido y acogedor. Las botellas de vino se muestran desde sus
aparadores con orgullo y le dan la bienvenida a la persona, que más que un
cliente, se vuelve un pasajero al viaje sensorial entre el destilado de uva y
los bocadillos.
Eduardo sonríe y con
cordialidad invita al recién llegado a ocupar uno de los sillones acolchonados
que forman parte del todo para disfrutar de la cava de vinos “ViniTerra”.
En el aparador Eduardo Jasso
Couary presenta a cada una las botellas con que cuenta la cava, con paciencia
explica las virtudes de cada uno de los vinos, su color, su forma, el tiempo de
añejamiento.
Una vez que el comensal
elige entre los vinos tintos, rosas o blancos; suaves o secos, sudamericanos,
mexicanos o europeos, viene la siguiente parte del viaje, los bocadillos.
Es el maridaje, la atención
y hasta la música, la combinación perfecta para cualquier ocasión. Jasso Couary
indica paso a paso cómo degustar gada momento del salmón, el jamón serrano y
otros bocadillos.
Con el platillo de
degustación, se comienza con unas salchichas de fabricación casera que se
deshacen en el paladar de tal manera que el vino, al mezclarse en la boca del
comensal, logra una infusión que traslada a un recuerdo feliz.
Eduardo, empresario
veracruzano, llega, como cada fin de semana, porque más allá de una cena, es un
momento de alegría que comparte con cada uno de sus acompañantes.
“Es chistoso (ríe un poco
antes de continuar), luego lo que busco es un pretexto para venir. Vengo con
quien esté disponible. Madre, padre, amigos, novia, jefe”, no puede continuar
la lista, la risa y las ganas de degustar una copa de vino lo interrumpe.
En el caso de su
acompañante, la emoción es más notable, al ser la primera vez que visita el
lugar
“¿Te acuerdas de la película
Rataouille? ¿Esa parte donde el crítico de comida le retorna a su infancia? Así
estoy, no puedo ni hablar, es algo exquisito, único”
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